Datos de la publicación: vol. 29 Issue: no. 1 Pages: 101-102
DOI: 10.1016/j.rmclc.2017.10.013
Resumen: 102 rizado, redujeron el riesgo de desarrollar cáncer en un 45%(HR: 0.55 [0.44 a 0.69]), mientras que el riesgo de desarrollar ECVs y muerte prematura disminuyó en un 46% y 41%(HR: 0.54 [0.33 a 0.88] y HR: 0.59 [0.42 a 0.83], respectivamente)(Figura 1). Por otro lado, aquellas personas que caminaban para trasladarse sólo presentaron beneficios cardiovasculares en comparación a aquellas que se transportan en vehículos. Caminar disminuyó el riesgo de desarrollar ECVs en un 27%(HR: 0.73 [0.54 a 0, 99]), reduciendo el riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares en un 36%(HR: 0.64 [0.45 a 0.91]). En este estudio no se asoció una reducción entre caminar y el riesgo de desarrollar cáncer o muerte prematura (Figura 1). No obstante, sí reportó que a mayor distancia recorrida son mayores los beneficios del transporte activo (2). En Chile, el transporte activo ha sido asociado con un bajo riesgo de desarrollar obesidad, diabetes mellitus tipo 2 (DMT2) y síndrome metabólico. Esto fue mostrado por un reciente estudio realizado por Steell y cols., quienes evidenciaron que, por cada 30 minutos de aumento en el transporte activo, la probabilidad de ser obeso disminuyó en 10%(OR: 0.90 [0.84 a 0.96]) y en un 11% la probabilidad de presentar obesidad central (OR: 0.89 [0.84 a 0.94]). De igual manera, el riesgo de desarrollar DMT2 se redujo en un 19%(OR: 0.81 [0.75 a 0.88]) y en un 14% el riesgo de desarrollar síndrome metabólico (OR: 0.86 [0.80 a 0.92]) en comparación a aquellas personas que no reportaron algún tipo de forma activa para trasladarse (3).